(...) entonces los niños vinieron corriendo y la expresión de Betsy mientras los apretaba contra su pecho, de pie bajo el aguacero, fue algo que RL no pudo soportar. La chica era casi tan alta como su madre, pero larga y delgada, todo codos y cuello, y el chico era un par de años más joven y mucho más bajo, con una cara inexpresiva y sin formar. Parecía a punto de nacer, pero como si aún no estuviera preparado.
(...) A la luz suave de la ventana todo parecía hermoso pero irreal, como la escena de una película o de tu propia imaginación. La niña parecía enfadada. El niño no parecía nada, como el agua.
todo, kevin canty
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