desde que empecé a leer con deleite,
he querido vivir ciertas experiencias trascendentales_
envidiaba a los personajes de los libros y a sus autores
cuando experimentaban en su propia piel la pérdida de fe,
la lección de la vida, el amor verdadero_
como cuando leí a los místicos
que me imaginaba a mí misma levitando
en el pasillo de mi casa ante una aparición nocturna_
también ansié algún amor contrariado que aplacar con cianuro,
una culpa que me ahogara sin razón o un falso amante que
iluminara mi penosa existencia.
en cambio, con las patadas que da la vida,
me siento como una espectadora de segunda fila_
que ante un clímax inimaginable y atroz, se levanta de la butaca
y sale al exterior_
pero el exterior es igual de oscuro_y me observo analizando cada
uno de mis gestos, mis tics nerviosos, mis angustias de rincón_
y aún, sigo sin poder definir el dolor_pero percibo como aquel
vacío borroso que me visitba en contadas ocasiones,
se hace nítido y constante_
hay presencias no presentes que viven en ti_aparecen
cuando dejas de hablar con alguien,cuando alzas la vista,
cuando te metes en la cama, cuando cierras el grifo,
cuando la música deja de sonar, cuando doblas
la servilleta o apagas una luz_
son presencias no presentes cotidianas que automatizas
y te privan de una vida trascendente, mística o romántica.
¡_qué bello es leer_qué bella la vida si se lee_!
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