jueves, 11 de noviembre de 2010

pág. 109

Era extraña la capacidad de Madrid para absorver las cosas, la eficacia con la que todo quedaba subsumido en el parpadeo monótono de los semáforos, en la luz primero blanca y nítida y luego tenuemente pastel de sus atardeceres, parecía que no hubiera dolor ni desgracia que no pudieran ser tragados por aquella ciudad, cubiertos con capas finísimas y transparentes, hasta quedar amortiguados sin desaparecer. Aquella ciudad tenía el estómago lleno de piedras.
agosto, octubre_andrés barba

1 comentario:

grankabeza dijo...

"el estómago lleno de piedras"

me gusta :)

per cert: "absorber" (pero "observar")