miércoles, 28 de enero de 2009

eco

salí de la cama al sonar el despertador por tercera vez,
dejé mi nido de sábanas calientes y me metí en la ducha_
me adormecí bajo mi cómplice chorro de agua,
me enjaboné el pelo con los ojos cerrados
y me sequé, sentada en el borde de la bañera.


me vestí por los pies, me abrigué por la cabeza y
salí a la fría mañana, en busca de pan recién hecho
y del periódico, que estrené de camino a casa.

desayuné con la demora necesaria,
y me preparé para una mañana de intenso trabajo.

volví a mi habitación para arreglar el frío casero
con un jersey,
y, de casualidad, me percaté de un bulto
que había en mi cama.


me asusté y desde el umbral de la puerta
escruté la masa que llacía bajo mi edredón de ikea,
y, con terror, comprové que se movía al ritmo de
una somnolineta respiración.


no tenía muchas opciones_una
podía ser, salir corriendo de casa y
volver cuando el bulto hubiera despertado
y abandonado mi cama,
pero no era la mejor...así que

busqué el valor suficiente
para musitar cualquier cosa...

...el bulto no se movió.



dejé el miedo de lado y me acerqué lentamente,
pensé que__________quizá si no le despertaba...

cuando estuve suficientemente cerca
como para oír su suave ronquido
cogí una punta del edredón y lo levanté.


una niña dormía
plácidamente en mi cama,
la miré con atención y reconcí
al pequeño ser durmiente.

era yo,
yo hace veinte_años,
yo con el pijama que me regaló mi abuelo,
yo con seis_años.

Me quedé quieta mientras (me) miraba
cómo dormía, tranquila, sin pesadillas, sin mojar la cama...

_apenas levanté la voz,
para pedirle a Sara que despertara,
llegaba tarde al cole y debía vestirse_
miré a los pies de la cama y
allí estaba la ropa que mi madre
había dejado, doblada_como cada mañana.

Sara, aún sin abrir los ojos,
se incorporó y se vistió por los pies.
tenía el pelo negro_muy nergo,
el flequillo largo y liso,
y las uñas sin pintar y mordidas.

ya vestida, entreabrió los ojos, me miró
y, muy seria,
me dijo que mamá le daba permiso para
ponerse las bambas viejas y para no lavarse la cara.

le puse las bambas,
ella se ató los cordones
y con gesto victorioso se fue al baño_
_no se lavó la cara
pero se peinó_con las manos claro,
mientras declaraba, que odiaba el peine.

después de hacerle el bocadillo_
que insistió que no fuera de mortadela
sino de aquello naranja (y supe que hablaba de sobrasada)_
se abrigó por la cabeza
y salimos de casa.

llegamos a la puerta del cole, me agaché
y, allí, me despedí de ella,
Sara me dijo que ayer había aprendido a atarse
los cordones, que le había enseñado papá,
y se fue.

1 comentario:

Anónimo dijo...

m'ha agradat molt petit escriptor...
ens veiem ara quan surti de la feina
abrigat ke a berlin nevara
petons

georgi