Plegue al cielo que el lector, envalentonado y sintiéndose momnetáneamente feroz como lo que lee, encuentre sin desorientarse su camino abrupto y salvaje, a través de los pantanos desolados de estas páginas sombrías y llenas de veneno; porque de no emplear en su lectura una lógica rigurosa y una tensión de espíritu igualpor lo menos a su desconfianza, las emanaciones mortíferas de este libro empaparán su alma, como el agua empapa el azúcar. No es conveniente que todo el mundo lea las páginas que van a continuación; solo algunos saborearan el fruto amargo sin peligro.
los cantos de maldoror, isidore ducasse
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